Ganó cinco veces el Olimpia de Plata (en 1970, 1975, 1976, 1977 y 1978) y una vez consiguió el Olimpia de Oro (en 1976). Es el jugador que más veces levantó el trofeo del Campeonato Argentino Abierto de Palermo y para muchos, el mejor polista de la historia. Juan Carlos Harriott (h), una leyenda del deporte argentino, falleció a los 86 años.
“Se fue el 1. Gracias por lo que dejaste. Saludos a toda la familia”, publicó en su cuenta de Instagram Adolfo Cambiaso, para muchos es el mejor polista de todos los tiempos y que hasta el momento acumula 18 títulos en el Abierto de Palermo. Con una foto en la que aparecen los dos, el oriundo de Cañuelas le brindó un cálido adiós a Harriot, quien entre 1961 y 1980 -cuando se despidió de las competiciones- tuvo 10 de handicap, la máxima valoración para un jugador de polo.
“El Inglés” o “Juancarlitos” (le decían así para diferenciarlo de su padre, que también era polista), había nacido el 28 de octubre de 1936 en Coronel Suárez, Buenos Aires. Fue un símbolo del equipo Coronel Suárez, que integró junto a su hermano menor Alfredo y a los hermanos Horacio y Alberto Pedro Heguy.
Consiguió su primera copa a los 11 años y jugó hasta los 44. El 1 de enero de 1953 ingresó oficialmente en el registro de handicap y ocho años más tarde consiguió los soñados 10 goles.
Harriott (h) es el polista con más títulos, ya que también ganó siete veces el Abierto de Los Indios-Tortugas y en 15 oportunidades obtuvo el Abierto de Hurlingham. Con Coronel Suárez consiguió el récord de haber ganado 38 torneos y obtuvo la codiciada Triple Corona en cuatro oportunidades (1972, 1974, 1975 y 1977). Con el seleccionado argentino obtuvo la Copa de las Américas en 1966, 1969, 1979 y 1980 y la Copa Sesquicentenario de 1966. En 1975 y en 1976, con Villafranca, ganó la Copa de Oro de Sotogrande, España.
“Al polo le agradezco porque me dio amigos, la posibilidad de viajar, no me dio enemigos. Desde chico fui medio fanático, me crié en Coronel Suárez, donde se jugaba mucho polo”, había dicho en su momento Harriott (h), cuyo legado vivirá para siempre.